Vergüenza: Más testimonios sobre la miserable mafia sexual en Shambhala

sakyong

El pasado 16 de febrero seis de los asistentes más íntimos de Mipham Mukpo (Sakyong Mipham Rimpoché, responsable de la organización Shambhala) detallaron sus experiencias de abusos verbales, físicos y sexuales con todo lujo de detalles. [ADVERTENCIA: Este artículo es una traducción del original en inglés y contiene algunas expresiones sexualmente explícitas]

Artículo original de Justin Whitaker en Patheos — Entre los testimonios están los de estudiantes femeninas siendo «empujadas a normalizar el sexo como un generoso ofrecimiento a su reverenciado maestro», historias de Mukpo golpeando a sus asistentes y mordiendo con fuerza a la gente, estudiantes llorando mientras formaban un círculo en ropa interior, una cultura del miedo, y esto es sólo en el primero de los seis relatos.

Los testimonios son de miembros de su círculo más inmediato, quienes formaban parte del Dorje Kasung, descrito en la carta como «un grupo pseudo-militar dentro de Shambhala que tenía la misión de proteger las enseñanzas y la comunidad. El Kusung o «cuerpo de protectores» era un sub-grupo dentro del Dorje Kasung y tenía como tarea cuidar directamente del cuerpo de Mukpo, en todos los sentidos. Así pues, el Kusung eran testigos de la vida privada de Mukpo». Sólo era posible ser miembro del exclusivo grupo por invitación directa de Mukpo y, según los firmantes de la carta, se requería de «fidelidad, confidencialidad y lealtad». Es posible leer la carta completa (en inglés) aquí.

Problemas para el budismo tibetano en Occidente

Para aquellos que observan el budismo tibetano en Occidente, la carta resultará familiar por parecerse a la que escribieron ocho estudiantes de Sogyal Rimpoché en 2017. Aquella carta hablaba, según describió el Sidney Morning Herald, de «puñetazos. Abuso emocional. Comportamientos sexuales sorprendentes. Las acusaciones vertidas contra Sogyal Rimpoché, un lama clave en la llegada del budismo a Occidente, han caído como un jarro de agua fría sobre sus devotos».

Poco después de que aquellos ocho estudiantes escribiesen la carta, Su Santidad el Dalai Lama habló sobre el mal comportamiento de maestros budistas, nombrando explícitamente a Sogyal, que había tenido estrechos lazos con él. Sin embargo, esto no evitó las acusaciones contra el Dalai Lama por no haber atajado los abusos en el budismo tibetano, dado que los cometidos por Sogyal eran bien conocidos ya desde 2011, cuando la periodista y ex-discípula británica Mary Finnegan habló sobre la explotación sexual a la que sometía Sogyal a sus estudiantes. Incluso antes de aquello, Finnegan ya publicó un artículo sobre la demanda judicial que interpuso una mujer californiana contra él en 1994 acusándole de acoso sexual, coacción y abusos.

Extractos de los miembros de Shambhala cercanos a Sakyong Mukpo

En su introducción, los autores sugieren que «el señor Mukpo ha mostrado de manera consistente una inquieteante pauta de comportamiento» y que, dado que mantiene su autoridad en Shambhala, sienten «la obligación moral de alertar a otros para evitar más daños».

Con respecto a identificar el papel que ocupaban en este mecanismo, los autores escriben:

Sabemos, por medio de varias personas clave, que el Sr. Mukpo recibió comentarios sobre su comportamiento en distintas ocasiones. Él, o bien rechazó o no fue capaz de hacer caso de las advertencias y siguió involucrado en estas prácticas. Nos preocupa lo improbable de que el Sr. Mukpo cambie.

La mayoría de nosotros hemos sido sometidos a su abuso. A veces también hemos permitido, sin darnos cuenta, sus comportamientos. Cada uno de nosotros ha luchado por entender nuestros puntos ciegos. Haber sido colaboradores de este hombre es un trago muy amargo. Tal y como nos ocurrió a nosotros, es posible que muchos otros líderes de Shambhala tal vez no reconozcan su papel en la propagación de estos daños. Sin duda, muchos de ellos también son víctimas.

No podemos deshacer el daño, pero tenemos la esperanza de poder contar la realidad de cómo su comportamiento ha afectado a muchos de sus estudiantes. Esperamos dar más valor a aquellos que de forma tan valiente han puesto nombre y apellido a estas costumbres, y que seguramente habrán sido objeto de una luz de gas o se les habrá restado importancia. Esperamos que nuestros testimonios personales animen a otras personas a hablar y a seguir haciéndolo.

Una de las claves: Aprender a desprestigiar tu propia experiencia

Según los autores, se les dijo que emborronaran la línea entre las enseñanzas espirituales de Mukpo y su comportamiento abusivo, creyendo que «el comportamiento del maestro está más allá de nuestro entendimiento». Se les pidió, dicen, referirse a los abusos como un «método del gurú para hacernos despertar».

Hablan bien claro sobre cómo ese y otros argumentos recurrentes en Shambhala dieron forma a su percepción, llevándoles a pensar de forma sesgada.

Ben Medrano, cuyo testimonio se extiende a lo largo de nueve páginas, reflexiona sobre el miedo, la violencia sexual y las discusiones que mantuvo una de las estudiantes de Chogyam Trungpa (1) que fue, según dice, «tumbada de un puñetazo y pateada en el suelo con las botas puestas» por Trungpa. Señala que:

«Para aquellos familiarizados con las historias del linaje Karma Kagyu que se remontan cientos de siglos atrás, este tipo de agresiones eran considerados momentos de brillante enseñanza: El complejo razonamiento filosófico del mecanismo de un botijo». (2)

Y se culpa a sí mismo por no ser capaz de convertir los abusos de Mukpo en progreso espiritual, reconociendo que «socializar con esta tradición es la ilógica raíz de esta culpa».

¡Quiero mi PUTO Audi!

Un asunto recurrente a lo largo de muchos de los testimonios es la manera de gastar dinero del Sr. Mukpo y de su círculo más cercano. Medrano habla sobre haber trabajado durante años como médico residente por un sueldo de 750 dólares al mes, y la escandalosa relación que tenía Mukpo con el dinero.

«Una y otra vez», escribe, «me alucinaba la opulencia, la frecuencia y la duración de sus lujosas vacaciones». Una vez «recuerdo una sobria llamada a mediodía exigiéndome por narices algo inviable: Que le comprara un Audi A8. Recuerdo muy claramente que sus furiosas palabras fueron: ¡Quiero mi PUTO Audi!«

La cultura de explotación en Shambala

Craig Mormon, que formó parte de Shambala entre 1995 y 2015 pasando muchos de esos años en las altas esferas de la tradición (3), escribe: «No hay forma posible de describir en pocas palabras la cultura de explotación y abuso que envolvía todo Shambhala».

Mormon estuvo presente y fue testigo de algunas partes de la presunta agresión sexual de Mukpo a una mujer en Chile mientras daba unas enseñanzas allí en 2002, y del que se dieron detalles en el Proyecto Sunshine, Parte 3 de Andrea Winn. Admitiendo que ocurrió hace quince años, Mormon recuerda ver a aquella mujer entrando con Mukpo en una habitación y a un estudiante de Shambhala (actualmente uno de sus maestros) cerrar la puerta tras ellos. Después…

«…la mujer salió de la habitación muy enfadada. De algún modo acabé hablando con ella en un balcón. Me contó parte de lo que había pasado. A mí me dió la impresión de que Mukpo la había intentado forzar a tener sexo con él. No me dijo que hubiese sido encerrada, ni que la hubiese obligado a tocarle. Lo que me contó ya era malo de por sí, pero de esa otra parte no me llegó a hablar.

«Sólo recuerdo partes de la conversación, la mayoría de mí mismo pretendiendo normalizar el comportamiento en algún sentido tántrico y queriendo apoyarla al mismo tiempo. Repito: Me avergüenzo de aquello.

Según la investigadora independiente Carol Merchasin, el caso de la agresión en Chile aparece en el informe del Proyecto Sunshine como «hecho clave»; es decir, que se trata de acusaciones creíbles, con testigos creíbles y que son de importancia para la acusación:

En 2002, el Sakyong agredió sexualmente a una mujer en Chile. Este hecho era conocido por David Brown, Jesse Grimes y Mitchell Levy.

Culpar a la víctima e hipocresía

Laura Leslie escribe sobre su enfado hacia la comunidad, que parecía cálida y comprensiva pero que en realidad albergaba «una cultura de abusos y sexismo desenfrenado que chorreaba desde el Sr. Mukpo a todos los que tenía por debajo».

Leslie se describe como una «aspirante al Kusung», una «Sabchi» (asistente de la esposa de Mukpo) y encargada de otras responsabilidades en Shambhala entre 2002 y 2016. Escribe sobre su encuentro con el presidente de Shambhala, un hombre de más de sesenta años:

Me agarró del brazo, tiró de mí para acercarme a él, cogió una fresa y mientras me miraba los pechos me dijo que estaba tan buena como aquella fruta, y la suerte que tenían de tenerme allí para servirles. Estaba de pie con un acharya (maestro) y el máximo responsable de Shambhala en Nueva York. Los tres se reían.

El presidente, el líder «civil» de Shambhala me acababa de convertir en un objeto sexual. En un chiste. Me sentí humillada. Con el paso de los años me enteré por otras mujeres de que era habitual para él utilizar su posición de poder para seducirlas y agredirlas.

Más adelante recuerda hablar con mujeres de responsabilidad en Shambhala, quienes le decían que «en el budismo Vajrayana, masculino y femenino no existen, así que aquel sexismo cotidiano estaba vacío (4), y que si lo practicaba más, lo entendería».

Leslie escribe que abandonó Shambhala en 2016 porque «el Sr. Mukpo era un abusador y yo ya no pensaba que la comunidad fuese a cambiar. La mayoría de los hombres que le rodeaban lo sabían. La mayoría de los hombres con puestos de responsabilidad, o bien eran abusadores ellos también, o eran testigos y lo apoyaban guardando silencio».

Sabiendo que la investigación de Wickwire Holm estaba demostrando que varias de las acusaciones contra Mukpo eran ciertas, Leslie dice que la junta directiva de Shambhala reaccionó inmediatamente pidiendo más dinero a los simpatizantes: «Que yo sepa, es el mismo negocio de siempre: Las víctimas serán acalladas, apartadas y silenciadas o criticadas mientras el «rey» brillará de hipocresía desde su trono. Mientras la gente siga financiando y apoyando esta estructura de poder, no habrá una verdadera motivación para cambiar».

Ni bondad ni amabilidad sin responsabilidad y justicia

Allya F. Canepa se unió en 1992 para ayudar con el marketing y entró en el programa de acceso al Kusung en 1994. Escribe que:

Con 36 años me había convencido a mí misma de que me encontraba fuera de peligro porque me las había arreglado lejos de personajes malintencionados que parecían disfrutar del mal sexo y de trasnochar bebiendo. Ambas partes de mi familia habían normalizado y codificado los abusos sexuales, físicos y de sustancias durante generaciones, así que era experta en leer entre líneas. El contexto, el «ojos que no ven», el manoseo intergeneracional, el abuso… todo estaba allí. Llegué a Shambhala preparada para brillar por mi servicio y para caer en algo así como una persona sin identidad propia cuando me pidieran servirles. Lo único que tenía bien claro es que había un problema con el alcohol y que había un problema con el sexo.

De sus 25 años al servicio de Shambhala, describe un incidente en particular, cuando fue invitada al dormitorio de Mukpo:

Siendo una Kusung, fui inmediatamente a arrodillarme junto a la cama y esperar a que me preguntase u ordenase algo. Me sorprendió que en lugar de eso, me metió la mano, me toqueteó los pechos y dijo: «Por favor, sólo quiero dormir», acercándome firmemente la cabeza hacia su polla. Fui complaciente y se la meneé. Enterré y minimicé mis propias experiencias durante más de veinte años.

Mayormente, no se lo conté a nadie. O resumía brevemente mi experiencia como de haber sido bendecida con recibir «unas cuantas gotitas» de mi gurú. No sé por qué lo describía de esa manera. Era lo mejor que se me ocurría, puesto que mi mente peleaba por reducir la presión de la discordancia. En Vajrayana nos enseñan que todos los fluidos corporales, trozos de ropa, mechones de pelo o comida sobrante del plato del gurú son bendiciones dadas directamente del cuerpo de la iluminación. A fin de cuentas, aunque yo decía aquellas palabras para evitar reventar por dentro, jamás fui capaz de abandonar mi idea básica de que aquel hombre no tenía ni idea, y tampoco parecía quitarle mucho el sueño, sobre cómo crear un espacio compartido para la intimidad.

Refiriéndose a sus sentimientos en la actualidad, dice que «no me va mucho eso de creerme el mantra de bondad y amabilidad del que se sirvieron para hacerme adormecer en un estupor que ya era demasiado familiar para mí. Aquí no había bondad ni amabilidad que valga sin responsabilidad y justicia. Nada». Escribe también sobre ver cientos de mujeres entrar y salir del dormitorio de Mukpo, y de consolarlas después.

La cultura del silencio

Louis Fitch, que fue uno de los miembros entre 2000 y 2016 y también ocupó distintas responsabilidades en Shambhala, habla sobre su arrepentimiento.

Echo la vista atrás y sé que merezco ser culpado por el daño que causó él. Yo no estaba allí durante los abusos de los que se hablan en el Proyecto Sunshine y en la investigación de Wickwire Holm, pero sé que cada vez que no dije nada, puse de mi parte. Lamento profundamente aquello.

A continuación, Fitch escribe que algunos líderes de Shambhala todavía parecen estar decididos a reparar la tradición:

Miro mi bonito uniforme y mis brillantes pins y todo lo que veo es un grupo de «Guerreros de Shambhala» comiéndose con los ojos a las mujeres. Y sé que las agresiones sexuales y los abusos perpetrados en esta comunidad -cicatrices que nunca se irán- fueron porque la gente, y me incluyo, no dijo nada.

Actualización: 20 de febrero 2019

Tal y como se publicó en Think Progress, los principales maestros de Shambhala han emitido un comunicado oficial respondiendo a las acusaciones. En su carta, disponible aquí, dicen que «semillas de comportamientos dañinos y destructivos se convirtieron en parte de nuestra cultura en Shambhala. Las mujeres en Shambhala vivieron un sexismo descarado. Tristemente, el sexo inapropiado, el abuso de alcohol y el abuso de poder llegaron a ser demasiado frecuentes. A lo largo de los años fracasamos a la hora de enfrentarnos a estos problemas directamente como líderes y como comuidad, y por tanto estas semillas siguieron germinando y causando más daño. Tal y como lo vemos en Shambhala y en un contexto social y político más amplio, estas cosas que habitual y colectivamente hemos ignorado están ahora saliendo a la luz».


Notas del traductor:
(1) Chogyam Trungpa Rimpoché era el padre del Sakyong Mukpo y fundador de Shambala.
(2) El texto original hace mención al «complejo razonamiento filosófico de hacer limonada con los limones», expresión irónica que se refiere a algo muy simple, básico o ridículo, como para nosotros «el mecanismo de un botijo».
(3) Aunque Whitaker habla de «tradición», es importante dejar claro que Shambala no es una tradición o un linaje budista al uso, sino una organización legalmente establecida.
(4) «Vacío» en el sentido Madhyamika de «no existir de manera inherente».

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